Carta Parroquial – Diciembre 2016

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Queridos hermanos: Paz

                                 En el último evangelio que leemos en el tiempo ordinario, el sábado de la semana XXXIV, Lucas alerta al discípulo acerca de la vida licenciosa, de dejarse estar, de «dormirse en los laureles» como decimos habitualmente.:» Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente…así podrán comparecer seguros ante el Hijo del Hombre» Lc 21,34-36

                               Esta palabra en el contexto en que vivimos no ha perdido su vigencia. Si hay una característica que avanza es ese aparente «autismo» en que muchas veces estamos sumidos. «El aislamiento que es una traducción del inmanentismo, puede expresarse en una falsa autonomía que excluye a Dios, pero puede encontrar en lo religioso una forma de consumismo espiritual a la medida de su individualismo enfermizo» EG 89,nos advierte el Santo Padre

                                «El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristez
a individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás ,ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría del amor, ya no se palpita el entusiasmo por hacer el bien…muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida»EG2

                                  El individualismo tarde o temprano desemboca en la tristeza, Dios es siempre comunión, y ella trae consigo el darse, el comunicarse, la entrega feliz dela vida. Hoy por hoy , incluso en los creyentes, incluso en personas consagradas, percibimos la búsqueda enfermiza de sí mismos.. es por eso que «cuidan con obsesión su tiempo personal»EG81..»Así se gesta la mayor amenaza, que es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia, en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad. Se desarrolla la psicología de la tumba, que poco a poco convierte a los cristianos en momias de museo. Desilusionados de la realidad, con la Iglesia o consigo mismos, viven la constante tentación de apegarse a una tristeza dulzona, sin esperanza, que se apodera del corazón como el mas preciado de los elixires del demonio. Llamados a iluminar y a comunicar vida, finalmente se dejan cautivar por cosas que sólo generan oscuridad y cansancio interior y que apolillan el dinamismo apostólico»EG83

                                   El Papa , con exactitud , da en la tecla de ésta peste tan actual , que va minando el corazón, de sacerdotes, religiosas, padres de familia, laicos que han asumido su compromiso en la Iglesia, movimientos….la enfermiza búsqueda del yo, el egoísmo degenera en tristeza interior.es como si la fuerza del alma, el animus ,se va extinguiendo. Por algo el Papa Paulo VI, alertaba que la peor tentación del enemigo es el desaliento. Ya no se busca ni a Dios ni al prójimo, mucho menos al pobre…la felicidad consistirá en tener una abultada cuenta en el banco, el disfrutar de los placeres transitorios de la vida, solo se piensa obsesivamente en el feriado largo, en el huir del compromiso, en vivir de la fachada. en el alienante campeonato de futbol, en repetir obsesivamente despedidas y cenas de rigor. etc…después nos preguntamos porque no tenemos paz, porque la alegría se extingue en nuestros corazones…porque no hay vocaciones, porqué se van muriendo tantas formas de apostolado o congregaciones religiosas…sin alma ,sin espíritu , el hombre se reduce a lo caduco, ya no pone su pensamiento en las cosas del cielo sino en las de la tierra.

                                   Necesitamos entrar en el dinamismo del Adviento, de la espera de Cristo. Nos recuerda San Juan de la Cruz, «el alma tanto alcanza cuanto espera». Somos lo que esperamos. Lo que anhela nuestro corazón es lo que nos define como personas creyentes. O creemos que la felicidad la tenemos que obtener plenamente en éste mundo, y ahí veremos tantos sacerdotes, monjas, laicos empeñados en tener cada vez más, en ostentar el mayor poder posible, en vivir de la apariencia, en granjearse un buen nombre y reputación, en disfrutar egoístamente a toda costa en los placeres de éste mundo …o vivimos en éste mundo pero sabiendo que vamos de paso ,hacia la Pascua, la vida con Dios, la plena realización de nuestra Esperanza…El es nuestra esperanza.

                                 Hermosa es la advertencia que el Apóstol Pablo nos regala para vivir la esperanza: «Ustedes saben en que tiempo vivimos y que ya es hora de que se despierten, porque la salvación  esta más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz. Como en pleno día procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria  y libertinaje, no más peleas y envidias. Por el contrario ,revístanse del Señor Jesucristo «Rom 13,11-14

                                 Olvidarnos un poco de nosotros mismos, ocuparnos de los pobres, ser serviciales, darnos y entregarnos «hasta que duela» diría la Madre Teresa de Calcuta…todo un desafío para vivir cristianamente ésta próxima Navidad. Obtendremos de ella lo que preparemos.

                                 Para el mundo será el aturdirse, los excesos, la embriaguez, el libertinaje.. la fiesta sin sentido….para nosotros revestirnos de nuestro Señor Jesucristo. Esperamos a Cristo o esperamos al príncipe de éste mundo. No se puede servir a dos señores , porque amaremos a uno y despreciaremos al otro. Esperemos a Cristo, revistámonos de sus virtudes, de sus actitudes y podremos decir que algo nuevo se va gestando en nosotros , en nuestra comunidad de Loreto, en nuestro barrio , en nuestro pequeño mundo alrededor.

P Julio César Jesús Palarino Castro

párroco

 

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